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Uno de los grandes defectos que tenemos los venezolanos, es echarle la culpa a cualquiera, sin reconocer, en lo más mínimo, la responsabilidad o grado de participación que podamos tener en un determinado evento. Esa conducta es generalizada, sin distingo de razas, sexo, credo o condición social. Desde niños somos así.

Nuestros gobernantes no son la excepción a ese comportamiento bien arraigado en el país, tan es así, que ni con la situación que estamos viviendo, ni con el dicho de los economistas más avezados, aceptan ser responsables de la ya casi catástrofe.

Considera el primer Mandatario Nacional, salvo contadas, muy contadas excepciones, que el sector capitalista venezolano se ha declarado en huelga de inversión y de cooperación con las leyes y con los sistemas distributivos y comercializadores. Imagino que tal afirmación es cierta, porque no creo que quede algún capitalista que quiera invertir en el país con la situación que existe, pues nada está sano y todo es riesgo.

Por culpa de la guerra económica, aunado al encierro obligatorio en nuestros hogares, no solo por el hampa que hace lo que le da la gana, hasta robar a los compatriotas de menores recursos, es que tampoco se pueden pagar los precios de la diversión, cualquiera que ella sea.

Como solución infalible para librar la batalla decisiva, propone el gobierno construir un aparato productivo, lo que implica sin darse cuenta la aceptación de su incapacidad para generar bienestar, que sea productivo, que nos traiga un crecimiento económico, sostenido, independiente, autosuficiente, fuerte, que permita atender todas nuestras demandas internas, que hoy no existe en ninguna parte del planeta. Invocó conformar un espíritu nacional de cooperación para el desarrollo económico y paz social de los más importantes sectores de la empresa privada nacional.

Cumplir con lo dicho por el ciudadano Presidente, sería la solución a los problemas económicos, no tengo duda, pero así también pienso que esas ideas son meras utopías, simple y llanamente porque no existe el factor credibilidad de los inversionistas nacionales ni extranjeros a excepción, quizás, para estos últimos, en el sector petrolero.

Para cumplir con lo antes referido, decretó la llamada Emergencia Económica, una quimera, no solo por no ser aprobada, sino que es seguir machacando con la idea de que Venezuela es la luz del mundo, la que acabará con el capitalismo protervo, el ejemplo a seguir, ya no solo en la región sino en todo el planeta.

Y es que de otra forma no se explica tan implacable guerra en contra de nuestro sistema, en el que padecemos lo que padecemos, porque lo quieren exterminar el imperio y sus secuaces. Es por ello por lo que han puesto el precio del petróleo por el piso.

Eso sí las leyes se aplican de forma diferente. Aquí el capitalista o cualquiera que no lo sea, no puede ganarse más del 30% del monto de lo que el gobierno diga luego de un análisis de costos y otras variables que hace la autoridad competente, y punto.

En la OPEP esa regla no sirve, si nos fijáramos la misma utilidad por el costo de cada barril de petróleo, evidentemente que la cifra sería muy distinta a la que aspiramos. La oferta y la demanda es la que manda y han bajado los precios ¿Eso no se puede aquí?

No, aquí lo hacemos distinto, porque lo que nosotros necesitamos es mantener a todos nuestros hijos, familiares, amigos, por si fuese poco, ayudar a los demás países para que se conviertan al socialismo, como está pasando en Cuba.

Sea como sea, y es que hemos vivido otros malos tiempos, recuerdo a Luis Herrera cuando decía: Pónganse las alpargatas que lo que viene es joropo.

gadeaperez@cantv.net